WISA Woodsat es el primer satélite de madera del mundo que se lanzará a unos 500 ó 600 kilómetros de altitud en una órbita síncrona con el Sol, antes de finales de este año. Se trata de un nanosatélite construido a partir de cajas estandarizadas, pero con paneles de superficie hechos de madera contrachapada. Las únicas partes externas que no son de madera son los rieles de aluminio de las esquinas que se usan para su despliegue en el espacio más un palo de metal para selfies.
La idea de hacer un satélite de madera surgió cuando el escritor finlandés Jari Makinen fundó la empresa Arctic Astronautics, que comercializa réplicas totalmente funcionales de CubeSats listos para entrar en órbita con fines lucrativos. “Siempre me ha gustado hacer modelos de aviones, con muchas piezas de madera. Habiendo trabajado en el campo de la educación espacial, esto hizo preguntarme por qué no volamos ningún material de madera en el espacio”.
Así, iniciaron la idea haciendo volar un satélite de madera hasta la estratosfera, a bordo de un globo meteorológico. Tras alcanzar este hito con éxito, utilizaron una versión de madera de KitSat, que actualizaron y lo pusieron en órbita en un cohete Electron de Rocket Lab en Nueva Zelanda.
Ahora, los expertos en materiales de la ESA están contribuyendo con un conjunto de sensores experimentales a la misión, además de ayudar con las pruebas previas al vuelo.
En este sentido, Riccardo Rampini, director de la sección de Física y Química de Materiales de la ESA, comenta que “el primer elemento que estamos embarcando es un sensor de presión, que nos permitirá identificar la presión local en las cavidades a bordo en las horas y días posteriores al lanzamiento en órbita. Este es un factor importante para el encendido de sistemas de alta potencia y antenas de radiofrecuencia, porque pequeñas cantidades de moléculas en la cavidad pueden potencialmente causarles daño”.
Junto a él habrá un LED sencillo con una fotorresistencia que detecta cuando se enciende. Pero la potencia del LED vendrá a través de un plástico conductor de electricidad impreso en 3D llamado ‘poliéter éter cetona’ (PEEK), lo que abre la posibilidad de enlazar datos directamente dentro de los cuerpos de futuras misiones espaciales.
El ingeniero de materiales de la ESA, Orcun Ergincan, comenta que “el otro artículo es una microbalanza de cristal de cuarzo, que sirve como una herramienta de monitoreo de contaminación altamente sensible, midiendo cualquier depósito débil en el rango de nanogramos proveniente de la electrónica a bordo, así como de las superficies de madera. Esto ha sido aportado por OpenQCM en Italia. Esta empresa también está construyendo la pila general de placas de circuito impreso de los tres demostradores con sensores incorporados”.
Además, el nanosatélite incluye un par de cámaras, una de las cuales se extiende sobre un palo para selfies para mirar hacia atrás, mirar la madera contrachapada y tomar fotografías para ver cómo se comporta. El diseño y la fabricación del brazo de la cámara resultó ser un ejercicio interesante. La estructura debe ser pequeña, ya que debe estar dentro del pequeño satélite para su lanzamiento, y luego extenderse lo más lejos posible cuando esté en el espacio.
Además de las cámaras y el conjunto de sensores donados por la ESA, Woodsat también llevará una carga útil de radioaficionado que permitirá a los aficionados transmitir señales de radio e imágenes en todo el mundo. El enlace descendente de datos de este enlace de radio ‘LoRa’ facilita la compra de una ‘estación terrestre’ que cuesta tan solo 10 euros.
Fuente: actualidadaeroespacial.com